Aída es una ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Auguste Mariette, compuesta para la inauguración del Canal de Suez pero estrenada después del 24 de diciembre de 1871 en el Teatro de Ópera de El Cairo. En ella Verdi se acercó al género de la Grand Opéra, creando una obra espectacular, de gran despliegue escénico (grandes coros y escenas, efectos especiales, etc.) La representación fue grandiosa, como detalle citaremos que la corona que ceñía Amneris era de oro macizo y las armas de Radamés de plata. Fueron sus protagonistas la soprano Antonietta Pozzoni (Aída), el tenor Pietro Mongini (Radamés), la mezzosoprano Eleonora Grossi (Amneris) y el barítono Francesco Steller (Amonasro) entre otros; el foso estaba dirigido por Giovanni Bottesini . Es una de las óperas más populares del compositor italiano
Acto 1: Celeste Aída. Al comienzo del acto inicial, Radamés se enternece y entona una romanza para proclamar su amor por Aída. Se trata de una página en cuyo recitativo "se quel guerrier io fossi" oímos al militar que espera ser designado caudillo de su pueblo en la guerra contra los etíopes. Luego se expresa el enamorado: la gloria que anhela le servirá para coronar a Aída y subirla a "un trono junto al sol". Con estas palabras termina el tenor una difícil aria, que lleva su voz en tres ocasiones al si bemol agudo. El hecho de que el último de éstos haya de cantarse pianíssimo y recién salido a escena con garganta fría, hace de esta romanza una de las más temidas por los tenores. De hecho, el famoso tenor francés Roberto Alagna fue abucheado en la Scala de Milán luego de su interpretación de esta célebre aria.
Acto 1: Ritorna vincitor. Al final del cuadro primero del primer acto, Aída hace suyas las palabras con que los egipcios saludan a Radamés, recién nombrado general del ejército, deseándole la victoria. Ella también quiere el éxito de su amado y supone, al tiempo, la derrota de su padre Amonasro, rey de los etíopes. Amor y deber patrio luchan en el corazón generoso de la angustiada joven, que al final de la página ruega compasión a los dioses ("numi, pieta")
Acto 2: "Nel rivederla, il dubbio atroce in me si desta". En el cuadro primero del segundo acto, se produce el enfrentamiento entre Aída y Amneris: la princesa egipcia interroga con astucia a la esclava que, involuntariamente, descubre su amor por Radamés. Amneris se revela como su rival y la obliga a acompañarla a la celebración del triunfo. El contraste entre las tesituras de las dos voces (soprano y mezzosoprano), la sutilezas de la orquestación y el empleo de los temas musicales asociados a los dos personajes son elementos manejados por Verdi de modo admirable.
Acto 2: "Gloria all'egitto". Escena de enorme espectacularidad que sirve de justificación a colosales montajes. El coro inicial (gloria all'egitto) fue adoptado por el jedive que encargó la ópera a Verdi como himno nacional.
Acto 3: "Oh patria mia". La inspiración de Verdi y su talento como orquestador y dramaturgo alcanzan en el acto tercero un punto culminante. Casi todo el acto está dominado por Aída, casi omnipresente, lo que plantea a su intérprete un arduo problema: dos espléndidos y largos dúos - con su padre primero y con Radamès después- someten a durísima prueba su capacidad musical y su preparación técnica. Pero además, previamente aún ha de enfrentarse este personaje a una romanza que no figuraba en el estreno de El Cairo y que Verdi escribió para la soprano Teresa Stolz: "O patria mia", en la que la joven recuerda su tierra natal, que nunca volverá a ver.
Acto 4: En el último acto, destaca la gran escena de Amneris, sola primero y con Radamés luego, cuyo amor trata de alcanzar en vano: el joven, traidor involuntario a su patria y sin posibilidad de recuperar a Aída sólo desea morir. Sigue el juicio y condena de Radamés, lo que provoca la ira de Amneris, que llama a los sacerdotes de Isis "tigres sedientos de sangre". Aída se cierra en un precioso adiós a la vida: Radamès, enterrado vivo, descubre en la tumba a su amada y ambos unen sus voces en el célebre "O terra, addio", mientras Amneris, impotente y profundamente dolorosa, implora a los dioses egipcios que su adorado Radames pueda descansar en paz, ignorando que en su tumba Aída lo acompañará eternamente.
[editar] Personajes
Aída: esclava etíope, hija de Amonasro (soprano)
Radamés: capitán de la guardia egipcia (tenor-spinto)
Amneris: hija del rey de Egipto (mezzosoprano)
Amonasro: rey de Etiopía (barítono)
Ramfis: sumo sacerdote de Egipto (bajo)
Rey de Egipto (bajo)
Mensajero (tenor)
Sacerdotisa (mezzosoprano)
Sacerdotes, sacerdotisas, curas
lunes, 19 de julio de 2010
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