LOS PESCADORES DE PERLAS
De las pocas óperas compuestas por Bizet es tal el éxito y la repercusión alcanzados por la célebre “Carmen”, la última de ellas, que las otras pueden pasar casi inadvertidas. Ahí están, unas más ocultas que otras, “Don Procopio”, “Djamileh”, “Iván El Terrible”, “La bella niña de Perth” y “Los pescadores de Perlas”.
Estas dos últimas han alcanzado una mayor trascendencia, ayudada, claro está, por la disponibilidad de excelentes grabaciones comerciales. Si para “Carmen” hoy se dispone de más de una docena de versiones editadas en sistema digital, para “Los pescadores de perlas” son al menos cuatro los registros comerciales que ya hay en el mercado.
Tras haber ganado el codiciado Premio de Roma (otorgado por la Academia de Bellas Artes de la capital francesa) Georges Bizet tuvo por derecho propio la oportunidad de presentar una obra de un acto en el Teatro de la Opera de París. Para tal efecto se propuso arreglar “La guzla del Emir”, un trabajo suyo ya compuesto.
Pero otro teatro parisino, el Teatro Lírico, también daba una gran oportunidad, ciertamente mejor, a los ganadores del Premio de Roma. Esta consistía en la oferta de componer una vez al año una ópera en tres actos, y por una generosa suma de francos.
Bizet renunció entonces al proyecto de “La Guzla del Emir” y se abocó, a instancias del empresario León Carvallo, a la composición de otra ópera, de mayor envergadura, accediendo así a la tentadora oferta. Esta ópera sería “Los pescadores de Perlas”, con libreto de Eugene Cormón y Michel Carré, este último gran colaborador en textos para óperas de Gounod, Thomás y Offenbach.
Inicialmente “Los pescadores de Perlas” iba a ser ambientada en Méjico, pero luego se optó por la India, por resultar más atrayente su exotismo, y dando de esta forma respuesta a los requerimientos del público francés de la época que gustaba conocer óperas emplazadas en lugares remotos y curiosos.
Los meses de agosto y septiembre de 1863 tomaron el trabajo de la afinación de detalles del libreto y la composición. En su desarrollo hubo no pocas dificultades para acordar un desenlace la para obra. Finalmente “Los pescadores de Perlas” fue estrenada el 30 de septiembre de ese año 1863, en el Teatro Lírico de París.
La respuesta del público y de la crítica no fue unánime. Unos vieron en ella una obra maestra y alababan al joven Bizet, entonces de 24 años.
Otros, encontraron que la ópera hacía demasiadas concesiones a Wagner y Verdi, máximos exponentes de la ópera alemana e italiana de su tiempo.
Donde sí hubo acuerdo, compartido posteriormente por Cormón y Carré, fue en reconocer el desequilibrio entre un pobre libreto y una música que es avasalladoramente superior. Para la carrera de Georges Bizet, “Los pescadores de Perlas” fue una obra decisiva, que lo hizo famoso.
Debe considerarse que ella es anterior a todas las obras que hoy apreciamos de este compositor francés. Sólo su Sinfonía en Do Mayor la antecede varios años, pero hay que recordar que, curiosamente, esta obra fue conocida ya adentrado el Siglo 20. “Carmen”, la última obra de Bizet, vendría 12 años después que “Los pescadores de perlas”.
Esta ópera está llena de melodías fascinantes, resaltando entre ellas el formidable dúo “Al fondo de un templo santo” para tenor y barítono, el cual debe entenderse como un himno a la amistad. Su tema se oye en varios momentos del desarrollo de la obra. Con ello, la ópera se nos plantea valorando la lealtad como una gran virtud humana.
Personajes
Nadir Pescador Tenor
Zurga Jefe de los Pescadores Barítono
Leila Sacerdotisa Soprano
Nourabad Gran Sacerdote Bajo
La acción se desarrolla en la isla de Ceilán en época indeterminada.
ARGUMENTO
Acto primero
Junto a una playa de una isla de Ceylan, una comunidad de pescadores de perlas se prepara para una nueva temporada de trabajo, construyendo sus cabañas. Los hombres elijen a Zurga como su jefe.
Hasta ese lugar llega Nadir, antiguo amigo de Zurga, con quien éste recuerda el pasado y su común amor por una muchacha, a la que ambos habían dejado de lado para no comprometer su recíproca amistad.
Se acerca una embarcación en la que los ancianos de la aldea han ido a buscar a una doncella virgen cuyo canto, según las tradiciones, aplacará las eventuales iras del mar en las jornadas de trabajo venideras.
La joven elegida, además, habrá de alejarse de todo amor humano, siendo fiel a un estricto voto de castidad.
Pero a quien se ha traído es Leila, la misma mujer de quien Zurga y Nadir estuvieron enamorados.
Acto segundo
Junto a las ruinas de un templo, Leila reposa después del retorno de las embarcaciones de los pescadores.
Allí se encuentra con el sacerdote Nourabad, a quien la muchacha cuenta que alguna vez arriesgó la vida para salvar a un fugitivo, quien, en recompensa, le regaló un collar.
Más tarde, junto a unas rocas, Leila se reúne con Nadir. Reviviendo el antiguo amor, éstos prometen juntarse en el mismo lugar todas las tardes.
Pero los amantes son sorprendidos por Nourabad, quien los lleva ante la aldea para denunciarlos. Allí Zurga reconoce a Leila y, cegado por los celos, en su calidad de jefe condena a muerte a la pareja por su traición.
Se desencadena una tempestad, que aterroriza a los pescadores, pues piensan que es producto de la ira del mar ofendido.
Acto tercero
En la tienda de Zurga, Leila trata en vano de defender a Nadir.
Ante su inminente muerte, Leila entrega a Zurga su collar para que éste lo haga llegar a su madre.
Pero grande es la sorpresa de Zurga al reconocer la joya y con él a Leila, aquella muchacha que una vez le salvó la vida.
Las cosas toman otro curso, pues Zurga decide salvar a los amantes, haciéndolos huir.
Para distraer a la multitud expectante por el suplicio de los traidores, Zurga incendia la aldea.
Leila y Nadir logran escapar, pero Nourabad sorprende y condena a muerte a Zurga.
Será él quien será inmolado en una hoguera, que ya ha sido dispuesta para aplacar la ira de los dioses.
jueves, 17 de junio de 2010
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