Edgar es la segunda ópera de Giacomo Puccini. Estrenada el 21 de abril de 1889 en el Teatro La Scala de Milán. Continuaron representaciones en el Teatro Comunale de Ferrara (1892), en el Teatro Real de Madrid (1892) y en el Teatro Colón de Buenos Aires (1905).
Luego del éxito de su primera ópera Le Villi, Ricordi comisionó a Puccini la creación de esta ópera. El libreto estuvo a cargo de Ferdinando Fontana (el mismo poeta que había provisto el texto de la primera obra), quien se basó en La coupe et les lèvres, una obra de Alfred de Musset. La primera versión, de cuatro actos, tuvo un recibimiento cordial pero no caluroso. Un año después del estreno, en enero de 1890, se publicaba una segunda versión con otro final para el segundo acto. Puccini revisó la obra otra vez en otoño de 1891, eliminando el último acto, y una vez más en 1905. La forma final de la ópera tuvo mucho menos éxito que la primera.
La marcha fúnebre del tercer acto de Egdar fue interpretada durante el funeral de Puccini, bajo la dirección de Arturo Toscanini.
La historia tiene mucho parecido con la de Carmen (ópera) de Georges Bizet. Ambas óperas presentan a un hombre confundido, que debe escoger entre el amor casto de una joven de su pueblo y la pasión desbordada de una exótica gitana.
Puccini utilizó parte de la música que cortó de la obra en Tosca, convirtiéndola en el dúo Amaro sol per te m’era il morire! del tercer acto.
[editar] Personajes y sinopsis
Edgar: tenor
Fidelia: soprano
Tigrana (gitana): mezzosoprano (soprano en la primera versión)
Frank: barítono
Gualtiero (padre de Fidelia y de Frank): bajo
Hay que tener en cuenta que Edgar sufrió varias revisiones, que comprendieron la supresión de un acto y modificando algunos episodios de la trama. El argumento definitivo es el que sigue:
ACTO I: Una villa de Flandes, al alba. Edgar, que siente afecto por la joven Fidelia, no puede sin embargo evitar su fascinación con la zíngara Tigrana, que desdeña a los habitantes de la aldea y que no vacila en entonar canciones sacrílegas durante la misa, lo que le acarrea el odio general. Preso de un extraño trance, Edgar le prende fuego a su casa y desaparece del pueblo con Tigrana, a la que había defendido de los ataques de sus habitantes.
ACTO II: Edgar y Tigrana viven lujosamente y rodeados de invitados, entregados al placer. Sin embargo el joven comienza a recordar su aldea natal y a la dulce y afectuosa Fidelia. Al oír las fanfarrias militares que acompañan a los que se unen al ejército para ir a la guerra, Edgar piensa en rehabilitarse buscando una muerte gloriosa en el campo de batalla. Tigrana trata en vano de retenerlo. Edgar consigue su objetivo, y parte al frente acompañado de Frank, el hermano de Fidelia y, como él, antiguo amante de Tigrana. La gitana jura que, si Edgar no es suyo, sólo le pertenecerá a la muerte.
ACTO III: El ejército flamenco ha vencido, pero Edgar se cuenta entre las víctimas. Su ataud es transportado hasta su aldea natal, en medio de las alabanzas de todos los habitantes, menos de un monje misterioso que acompaña al cortejo y que se empeña en resaltar las faltas de Edgar para instigar a los habitantes de su pueblo contra él... Su discurso parece dar resultado y los asistentes a la ceremonia parecen dispuestos a arrojar el cadáver a los cuervos. Fidelia defiende apasionadamente a su amado y evita que el cadáver sea profanado momentáneamente. Cuando Gualtiero, el padre de Fidelia, se lleva a su hija de allí, aparece Tigrana, que trata de abrirse paso hasta el ataúd de Edgar. El monje, que no es otro que Edgar disfrazado, es escéptico en cuanto al dolor que manifiesta su ex- amante. Frank (que está al corriente del plan de Edgar) y el "monje" compran a Tigrana con joyas para que hable mal del muerto... Las palabras de Tigrana apoyando el testimonio de ambos hacen que la multitud se precipite hacia el ataúd de Edgar y lo abra; pero sólo encuentran una armadura vacía. Edgar se da a conocer entonces y se aleja de allí abrazado a Fidelia, pero Tigrana logra escabullirse y apuñala a la muchacha, que cae muerta. Edgar, desesperado, cae de rodillas junto a su cadáver mientras los soldados se llevan a Tigrana.
Escuchemos a Raina Kabaivanska en Addio, mio dolce amor, aria de Fidelia del Acto III:
viernes, 11 de junio de 2010
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