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PUCCINI

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jueves, 5 de agosto de 2010

JERUSALEM.....VERDI

Jérusalem es una ópera en cuatro actos de Giuseppe Verdi con libreto en francés de Alphonse Royer y Gustave Vaéz, estrenada en el Théatre de l'Opera de París el 26 de noviembre de 1847. Fue la primera colaboración de Verdi para un teatro no italiano y se basó en I Lombardi alla prima crociata pero realizando una versión al gusto francés, con nuevo texto, nueva música, variaciones en el argumento y el consiguiente ballet, exigencia imprescindible para los franceses tal y como entendían la ópera. El 26 de diciembre de 1850 se estrenó en el teatro alla Scala de Milán, traducida al italiano y sin ballet, con el nombre de Gerusalemme.
Transcurridos cuatro años del estreno de “Los Lombardos” y habiendo compuesto Verdi ya seis nuevas óperas, en el verano de 1847 el maestro Verdi fue contactado en su paso por Francia por el empresario del Teatro de La Opera de París, encargándole una ópera para la inmediata temporada de otoño. El tiempo de que se disponía era muy corto, por lo cual Verdi aceptó el encargo, pero no bajo el entendido de componer una nueva ópera sino adaptando otra ya existente. La ópera elegida fue, pues, “Los Lombardos”. El libreto original de Solera fue rehecho prácticamente entero, ahora en idioma francés, por Gustav Vaëz y Alphonse Royer, creando así el de una nueva ópera que llevó por título “Jerusalem”. La completa cirugía a que fue sometida “Los Lombardos” produjo importantes cambios en la partitura misma, con supresión y adición de nuevos pasajes para la obra.En la producción lírica de Giuseppe Verdi, "Los Lombardos" (1843)
se ubica entre "Nabucco" y "Ernani", dos de las mejores y más difundidas óperas de su primer período de composición. Si bien la obra en cuestión no alcanza la calidad general de aquéllas, es digna de atención, pues musicalmente muestra - aunque en forma incipiente- muchas de las características y cualidades que llevaron a su autor a la cima de la composición lírica en Italia. Uno de los mayores impedimentos para la difusión de "Los Lombardos" ha sido la escasa calidad del libreto de Temistocle Solera sobre este drama de los cruzados de Lombardía que participan en la conquista de los lugares santos en Jerusalén. En la exposición dramática reina la confusión ante una verdadera profusión de personajes, ambientaciones exóticas y situaciones imposibles, que derivan en una obra fragmentada, de escasa unidad temática y en cuyo texto se encuentran algunos de los versos de peor gusto escritos por un libretista lírico italiano.
Verdi responde con una partitura musical que lógicamente resulta dispareja, pero que sorprendentemente se eleva muy por encima de esta confusa fuente de inspiración dramática. Ello se explica en parte porque algunas características generales del libreto favorecen en cierta medida el estilo de composición musical verdiano de este período. En primer lugar la mencionada fragmentación del drama resulta en muchas escenas de breve extensión, lo que el músico solicitó en repetidas ocasiones a sus libretistas para la aplicación de su técnica musical. Por otra parte, el libreto mezcla conflictos personales con la situación política y religiosa de la época, aspecto muy afín al compositor y presente en varias de sus grandes óperas de plena madurez como "Simon Boccanegra", "Don Carlo" y "Aida".
La disposición del desarrollo dramático resulta en una partitura envuelta en un marco coral muy rico, variado y atractivo, ya que el coro es un elemento que Verdi trata en forma excelente y muchas veces grandiosa, tanto en los solos como en los grandes conjuntos. Finalmente, en los comienzos de su carrera, la diversidad de situaciones permite a Verdi enfrentar por primera vez la musicalización de muchos aspectos dramáticos que desarrollaría plenamente en su madurez. En "Los Lombardos" prácticamente consigue tal plenitud en una ocasión: la escena del bautismo y muerte de Oronte, príncipe de Antioquía, enamorado de Giselda, la hija del jefe cruzado de los lombardos, da origen a un espléndido trío pocas veces igualado por el mismo autor en belleza melódica, armonía vocal y expresión dramática. En resumen, a pesar de la debilidad del libreto, el músico logra extraer los aspectos básicos de las situaciones dramáticas, independientemente de la lógica de los motivos que las determinan, logrando un retrato musical de los personajes que ya contiene su característica sinceridad dramática, además de un fuerte y apasionado impacto musical, especialmente para el público verdiano incondicional

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